Nací en los suburbios de Boloña,
en un estanque de lotos,
cabeza abajo y pataleando al cielo;
el cielo del somorgujo
era para mí una fuente de asombro.
Mi nombre es Queroqué,
título que yo misma me conferí, naturalmente.
Un día fui atrapada en una red
y llevada sin demora a una universidad,
exactamente, al laboratorio Galvani.
Algunos estudiantes (como suele suceder)
susurrando una barcarola, lo pasaron por alto…
Aquella tarde, en el año 1780,
me abrieron con un escalpelo el abdomen
y el mundo concibió la idea de la corriente eléctrica.
Estaba muerta.
Estaba fuera de este mundo,
el cielo italiano era muy, muy hermoso.
«Queroqué la rana» es un poema de Kusano Shimpei, nacido en Japón en 1903. ¡Me encanta! 🙂 Me siento liberada. Y es que el cielo italiano es tan, tan hermoso…
Posted by boton on 25 noviembre 2008 at 8:21 pm
sí, es muy hermoso el cielo italiano
mejor si podemos admirarlo sin precisar la intervención del escalpelo de los estudiantes de Galvani…
🙂
la otra ranita anónima, la de Basho, no pudo verlo… pero creo que no lo supo nunca
Beso botonil
Posted by Sonámbula on 5 enero 2009 at 10:06 pm
Jajaja! Muy bueno Botón.. de momento, yo lo ví este verano sin escalpelo de por medio 😉